viernes, 7 de julio de 2017

Soy como la lluvia: a veces cálida y a veces fría. A veces suave y otras tantas veces imponente. A veces puedes predecirla y muchas otras, llega sin aviso.
La lluvia puede hacer de un momento, algo perfecto. Puede ser escandalosa o ser tan silenciosa que apenas la percibes. Puede provocarte escalofríos o dejarte calma.
La lluvia puede ser tan intensa que te dejas abrazar, o tan delicada que se confunde con caricias de hojas en la piel. A veces viene acompañada de estrepitosos truenos y relámpagos o en ocasiones aparece acompañada del sol… dejando ver un arcoíris.
La lluvia es un buen pretexto para abrir un libro, para escribir, para dibujar, para inspirarte… para pensar lo que quieres hacer con tu vida, para estar con alguien, para tomarte un respiro de la monotonía, para reír, para llorar, para salir y hundirte en ella.
Soy como la lluvia, porque a pesar de ser algo a simple vista común, esconde muchas historias, muchas sensaciones y mucha energía… que sólo descubren aquellos que son capaces de aventurarse a caminar bajo ella sin miedo.
La  lluvia te empapa de emociones y despierta tus sueños más profundos. La lluvia también es consuelo cuando lloras, pues esconde tus lágrimas entre sus gotas, dejándote sentir solo esa presión en tu pecho… presión que estalla sin medida hasta que te recuperas.
Sólo quienes han tenido curiosidad de ella, saben la magia que esconde. Saben que aunque en ocasiones provoca destrozos, también es un gran alivio en tiempos de sequía.
La lluvia es muchas gotas y al mismo tiempo es una sola. Puedes llegar a desear que se vaya de una vez por todas, pero cuando se ausenta por mucho tiempo la anhelas cerca.
Cuando descubres lo que ella significa, corres peligro de volverte adicto. Te dejas envolver, te dejas atrapar y no tienes intensiones de correr a algún lugar donde ella no pueda entrar.
Soy como la lluvia porque aunque a muchos no les agrade, los pocos que se han animado a descubrir su esencia se ponen felices cada que la ven llegar, cada que perciben su aroma.
Aunque sea común, la lluvia siempre encuentra la manera de hacerse notar sin dejar jamás de ser ella misma. Es melancólica, pero feliz. No se detiene porque alguien se lo pida, sino cuando sabe que es momento de parar.
Es feliz en soledad y en compañía, por la noche y en el día. Es apasionante y al mismo tiempo muy simple. Es refrescante y a veces tibia. Puede sacarte un suspiro cuando menos lo piensas. Es obstinada e inspiradora. Es nada pero demasiado cuando la conoces.
Soy la lluvia, porque encierra tantos sentimientos y formas de ser en una sola palabra.
Soy la lluvia… porque es tan solo, siempre ella misma.

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