viernes, 31 de octubre de 2014

Joaquín Sabina - A LA ORILLA DE LA CHIMENEA

Puedo ponerme cursi y decir que tus labios me saben igual 
que los labios que beso en mis sueños... 
Puedo ponerme triste y decir que me basta con ser 
tu enemigo, tu todo, tu esclavo, tu fiebre, tu dueño... 
Y, si quieres, también puedo ser tu estación y tu tren, 
tu mal y tu bien, tu pan y tu vino, tu pecado, tu Dios, 
tu asesino, o, tal vez, esa sombra 
que se tumba a tu lado en la alfombra 
a la orilla de la chimenea a esperar que suba la marea... 
Puedo ponerme humilde y decir que "no soy el mejor", 
que "me falta valor para atarte a mi cama"... 
Puedo ponerme digno y decir "Toma mi dirección, 
cuando te hartes de amores baratos, de un rato, me llamas". 
Y, si quieres, también puedo ser tu trapecio y tu red, 
tu adiós y tu ven, tu manta y tu frío, tu resaca, tu lunes, 
tu hastío, o, tal vez, ese viento que te arranca del aburrimiento 
y te deja abrazada a una duda en mitad de la calle y desnuda. 
Y, si quieres, también puedo ser tu abogado y tu juez, 
tu miedo y tu fe, tu noche y tu día, 
tu rencor, tu por qué, tu agonía...

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