jueves, 13 de febrero de 2014

Invictus . William Ernest Henley

El poema Invictus del poeta inglés William Ernest Henley (1849–1903), escrito en 1875. Mandela lo aprendió de memoria en la cárcel, lo recitaba en su sufrimiento, le dio la fuerza y el amparo de las palabras que uno comprende, que hace suyas, que llevan lejos traspasando las rejas de la pisión, comenta María Jesús. Se trata de una poesía con el ímpetu que otorga la sincera generosidad del más elevado estoicismo. Para no doblegarse. Este Lazarillo aprovecha esos versos para dedicarlos también al profesor Antonio Aramayona, que ayer ha sido sancionado con 200 euros de multa por el Gobierno por defender la enseñanza pública y laica en la calle, al pie del domicilio de la consejera de Educación del gobierno aragonés. Allí sigue, desde hace 136 días, en compañía de los principios cívicos, eticos y profesionales que le prodigan a su conciencia sus filósofos y sus poetas. Va por Mandela, va por Antonio, pacífica y cívicamente resistentes y resueltos contra la injusticia:

Invictus
Out of the night that covers me,
Black as the pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be
For my unconquerable soul.
In the fell clutch of circumstance
I have not winced nor cried aloud.
Under the bludgeonings of chance
My head is bloody, but unbowed.
Beyond this place of wrath and tears
Looms but the Horror of the shade,
And yet the menace of the years
Finds and shall find me unafraid.
It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate:
I am the captain of my soul.
*************************
Fuera de la noche que me cubre,
Negra como el abismo de polo a polo,
Agradezco a cualquier dios que pudiera existir
Por mi alma inconquistable.
En las feroces garras de la circunstancia
Ni he gemido ni he llorado.
Bajo los golpes del azar
Mi cabeza sangra, pero no se inclina.
Más allá de este lugar de ira y lágrimas
Se acerca inminente el horror de la sombra,
Y aun así la amenaza de los años
Me encuentra y me encontrará sin miedo.
No importa cuán estrecha sea la puerta,
Cuán cargada de castigos la sentencia.
Soy el amo de mi destino:
Soy el capitán de mi alma.


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