miércoles, 18 de julio de 2012

HOMBRE LLENO, HOMBRE VACIO


En el tai chi se habla mucho del lleno y el vacío. Lleno, yang. Vacío, yin. La pierna que sostiene la mayoría del peso de cuerpo está llena, la otra vacía. La mano que ataca es la mano llena, la que defiende, vacía. Caminar es observar la alternancia del lleno y el vacío en las piernas. Para dar un paso es necesario vaciar la pierna que se desea mover y apoyarse en la pierna llena con pleno equilibrio. En el constante cambio de estos dos estados se da el movimiento, la fluidez.

El hombre es por naturaleza un hombre lleno, yang. Estamos llenos de pensamientos, de emociones, de recuerdos, de prejuicios, de sensaciones. Nuestro cuerpo percibe, nuestra mente piensa y categoriza. Cuando le damos mucha importancia a esas cosas, cuando nos apropiamos de ellas y las defendemos de quien quiera sacárnoslas, los pensamientos, emociones y recuerdos se convierten en pesadas piedras.

A través del apego, nos convertimos en hombres llenos de piedras.

Cada cosa a la que estamos aferrados es una pesada piedra dentro nuestro. Podemos no darnos cuenta de esto, porque el falso amor y el sentido de pertenencia, nos impide ver que esa piedra en realidad es un obstáculo que nosotros mismos nos estamos poniendo.

A las piedras que nos llenan, debemos soltarlas.

A través de la meditación buscamos alcanzar al hombre vacío que podemos ser. ¿Cómo logramos ir soltando las piedras para vaciarnos? Estar aferrados a una piedra es creer que esa es la única opción, creemos que ese pensamiento, ese juicio que tenemos respecto a algo es el único posible y el único válido. Cuando salimos de nuestra visión auto centrada podemos ver que la persona que está al lado nuestro tiene otras piedras, otros pensamientos y otros juicios. Los de esa persona también son válidos y según ella son los únicos posibles. ¿Cómo puede ser?

Cuando nos damos cuenta que nuestra forma de pensar no es la única opción que existe, soltamos la piedra.

A medida que le damos aire y espacio a nuestra estructura contenedora, soltando cada vez mas piedras, cada vez mas pensamientos y apegos, nos vamos vaciando. No hay ni habrá jamás una piedra a la que te debas aferrar por siempre. Hay otra opción, otro punto de vista, otra forma. Cada vez que puedas ver eso, dejarás de aferrarte tan eficientemente a tu propia piedra.

El hombre vacío es liviano, permite un montón de nuevas posibilidades.

Nuevas piedras entran en el cuerpo y vuelven a salir. Las piedras tienen una utilidad, nos sostienen por un tiempo, nos ayudan a avanzar, nos llevan mas allá. De la misma manera que el lleno y vacío al caminar, nuestros pensamientos y emociones son necesarios para evolucionar en nuestra vida. Es imposible estar siempre vacío, esa no es la finalidad tampoco. Sino reconocer las piedras, hacer uso de ellas si es necesario y luego, volver al vaciarnos.

Un hombre lleno de piedras se hunde en el fondo del río. Un hombre sabio suelta sus piedras en el momento justo y, vacío flota, dejándose llevar por la corriente hacia la orilla.

No llenemos nuestra propia presencia, dejemos que nuestra energía ocupe el cuerpo. Ocupa tu cuerpo, aquí y ahora. Si estas en tu cuerpo, las piedras no entran porque tu inmensa presencia ocupa todo y no hay espacio para apegos. Este momento es el momento, el único que hay y estás aquí en él, estás lleno y vacío al mismo tiempo.

Imágenes: “Rock Man” Nevada Museum of Fine Arts / “Apariencia/Vacío” de Sukhi Barber. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario