jueves, 16 de febrero de 2012

Plegarias y sentencias de un poeta que atormentó el silencio de las palabras

En marzo de 1978 Luis Alberto Spinetta publicó su primer y único libro de poesía, Guitarra negra, una perla que por muchos años estuvo perdida y que ahora, tras su muerte, se vuelve su legado poético
La poesía de Luis Alberto Spinetta –fallecido el pasado miércoles a los 62 años de edad– recorrió toda su obra o mejor dicho, todo su mundo creativo, un universo en constante movimiento que por momentos se volvía angustiante e inasible y otras veces indispensable y revelador. Pero si bien esta poesía se ha hecho presente en todas y cada una de sus canciones, solo tomó cuerpo en formato de libro en 1978 con Guitarra negra, el primer y único libro de poesía que Spinetta publicó. Convertido durante muchos años en un libro de culto e inhallable, Guitarra negra es uno de los trabajos más introspectivos de Spinetta, dividido en siete partes y con una advertencia al inicio que dice: “Como nadie tiene conciencia del ‘control’ de los manuscritos, y aun de existir dicha conciencia, esta no intervendría en mi obra, sino como referencia simbólica a la licitud de la temática, propongo que se olvide cada palabra a medida que ella se lea”. Así, sin más, el Spinetta escritor, el Spinetta poeta, parece querer aclarar de antemano que buscar un sentido o un significado a sus versos es una tarea innecesaria pero no inútil. De hecho, en el epílogo denominado Escorias diferenciales del alma de la letra poética, el creador de Los libros de la buena memoria intenta descifrar el enigma de la escritura, su motivación, su razón de ser. “Este verdadero poema / no ha sido resuelto aún, / pero quiere vivir bajo su forma. / Aquí / como sea. / Yo intento atraerlo hacia nosotros, / creo poder transmitir apenas un mote de su espíritu / y en ello dejo buena parte de mis comisuras. / Quizá con el tiempo / las estrofas y los versos se resequen / y musiten desde entonces / un sórdido dibujar de su descreimiento”. Marcado a fuego por sus lecturas, como por ejemplo El pesa-nervios de Antonin Artaud –que inspiró el disco Artaud y que terminó siendo un autor fundamental para Spinetta– o El secreto de la flor de oro de Carl Gustav Jung y Richard Wilhelm -que inspiró el disco Durazno Sangrando, el segundo de Invisible, la banda que Spinetta formó junto a Carlos “Machi” Rufino en bajo y Héctor “Pomo” Lorenzo en batería–, el músico argentino muestra en su poesía una cosmogonía con infinitas facetas imposibles de abarcar en una sola línea estética. Siendo injustos, pero por encasillarlos de algún modo, los versos de Guitarra negra se meten en el surrealismo de plano. Pero algo sí es claro: todos los poemas son una plegaria o una sentencia para silenciar el ruido o bien para atormentar al silencio. Reeditado en 1995 y 2003, Guitarra negra no es un libro en el que haya muchos títulos, de hecho, la mayoría se limita a una simple numeración romana. En el poema VI de la primera parte escribe: “Ignoro quién era yo mismo / quién se atrevió a venir en mí / pero sé quién soy ahora / y soy un corazón / una boca y un espíritu”. En VII concluye con “voy a buscar la muerte para nacerla / alejaré de mi propia vaguedad el vórtice / voy a cantar a la luna rosa / haré un verso / prometeré mi calma”. En total, 72 poemas que componen una mirada puesta siempre en las sensaciones del alma, el cuerpo, la soledad y el amor. Fuente: http://elobservador.com.uy/noticia/218591/plegarias-y-sentencias-de-un-poeta-que-atormento-el-silencio-de-las-palabras/

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