lunes, 16 de agosto de 2010

Una forma de vivir uniendo el cuerpo, la mente y el espíritu Ana M. Desirello


El yoga es un método de perfeccionamiento y evolución del hombre, su práctica empieza con la mejora del cuerpo y termina con el progreso espiritual. Es un autodominio personal, corporal, psíquico y espiritual, que se encarga de unir el cuerpo con la mente y el espíritu.

En 1927 Indra Devi, viajó a la India, se enamoró de esa cultura y comenzó a instruirse acerca del yoga, con el paso de los años se convirtió en la mujer occidental que introdujo esta disciplina en el continente americano y en la mayoría de los países europeos.

El Yoga tiene numerosas ramas pero el objetivo de todas ellas es el mismo, conseguir la unión con la Conciencia Suprema.

-Gnana Yoga: de la búsqueda intelectual

-Bhakty Yoga o Karma Yoga: el yoga del amor dirigido hacia lo divino

-Raya Yoga: el yoga de la concentración interior

-Hatha Yoga: el yoga del cuerpo físico (cuerpo, mente, espíritu) que ayuda para la iniciación de las prácticas de los otros tres yogas.

La experiencia consiste en una parte física realizando ejercicios llamados posturas o asanas, (hay 84 diferentes de las que se derivan otras intermedias y que evocan elementos de la naturaleza), y una parte mental que depende de la concentración para lograr el efecto deseado de las posturas.

A través de menores movimientos perseverantes, se alcanzan mayores beneficios y para eso se enseñan técnicas de respiración y reglas para relajarse logrando la armonía emocional que se necesita.

Argentina tiene miles de adeptos que practican semanalmente esta disciplina cuya función es trabajar sobre el metabolismo y modelar la figura, despertando los sentidos a través de tres pilares: la relajación (concentración mediante el “Om”, mantra o palabra sagrada que desarrolla el sentido del oído), la respiración (que se apoya en el sentido del olfato) y la actividad física (encargada de corregir las posturas corporales).

Pero el principal potencial del yoga se centra en fundir el arte y la ciencia para lograr una mejor calidad de vida, ahuyentando enfermedades y retrasando el envejecimiento, en especial el Hatha Yoga que agrega vida a nuestros años porque se adapta más a la cultura occidental donde las personas tienen una vida más agitada.

Las mejoras son casi inmediatas, luego de la tercera clase ya comienza a notarse una apertura mental para iniciar nuevas actividades.

Por otra parte, acompañado de otras variantes del yoga, como el arte, la meditación, el amor o la alimentación, se alcanza una verdadera filosofía de vida, que colabora con las diferentes terapias de la medicina tradicional, al lograr rápidamente sus efectos positivos. Esto se debe a que el yoga purifica la mente (sistema nervioso) y revitaliza el cuerpo.

Justamente por ser una disciplina psicosomática, única en su género, los médicos de la medicina tradicional la apoyan porque ayudan a sus diagnósticos y a complementar sus técnicas.

Aunque en todas las edades se lo puede practicar es altamente recomendable para las personas de edad avanzada, ya que a través del yoga logran beneficios porque al devolverle al cuerpo la flexibilidad de la columna vertebral (verdadero eje vital) calma la excitación nerviosa, relaja los músculos contracturados, vivifica los órganos vitales, agudiza los sentidos, aumenta la vitalidad, disminuye el insomnio y el stress.

A partir de los siete años de edad se puede comenzar a practicarlo porque se va amoldando a las insuficiencias y limitaciones de cada persona, en los jóvenes es importante porque ayuda a clarificar dudas, caminos a seguir, a encontrarse con su propio ser, aumentar la autoestima y aprender a valorarse.

Para lograr todos estos beneficios se debe ser constante y seguir la disciplina de manera gratificante, con concentración y asiduidad, así conducir a un nivel superior de conciencia que corresponde al Estado de Yoga.

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