domingo, 28 de febrero de 2010

El árbol confundido


Había una vez un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y
bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos. Todo era
alegría en el jardín, excepto por un árbol profundamente triste. El
pobre tenía un problema: "No sabía quién era".

Lo que le faltaba era concentración, le decía el manzano, si
realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. "¿Ves qué
fácil es?".

No lo escuches, exigía el rosal. Es más sencillo tener rosas y "¿Ves
qué bellas son?".

Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no
lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado.
Un día llegó hasta el jardín el buho, la más sabia de las aves, y al
ver la desesperación del árbol, exclamó: "No te preocupes, tu
problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la
tierra. Yo te daré la solución: No
dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas… ¡sé tú
mismo!, ¡conócete!, y para lograrlo, escucha tu voz interior". Y
dicho ésto, el buho desapareció.

¿Mi voz interior…?, ¿Ser yo mismo…?, ¿Conocerme…?, Se
preguntaba el árbol desesperado, cuando finalmente comprendió… y
cerrando los ojos y los oídos, ¡abrió el corazón!, y por fin pudo
escuchar su voz interior diciéndole:

"Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás
cada primavera porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino
es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los
viajeros, belleza al paisaje. Tienes una misión… ¡Cúmplela!".
Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser
todo aquello para lo cual estaba destinado. Así, pronto llenó su
espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el
jardín fue completamente feliz.

sendero espiritual

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