jueves, 26 de noviembre de 2009

Instantes - el poema que no es poema, ni de Borges


Si pudiera vivir nuevamente mi vida.
En la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido, de hecho
tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría
más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería
más helados y menos habas, tendría más problemas
reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente
cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría de tener
solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos;
no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin termómetro,
una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas;
Si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres
y jugaría con más niños, si tuviera otra vez la vida por delante.
Pero ya tengo 85 años y sé que me estoy muriendo.




Es paradójico que el poema más conocido de Jorge Luis Borges sea “Instantes”, que no fue escrito por Jorge Luis Borges. Está tan acendrada la creencia en este ejemplo de literatura apócrifa, que —hace algunos años— Jaime Bayly entrevistó a María Kodama y se atrevió a contradecirla cuando ella reveló los detalles de la falsa autoría.
El poema no se parece a nada de lo realmente escrito por Borges. Sin embargo, la profusa difusión que se le ha dado a la especie de que Borges lo escribiera, ha hecho que la gente crea como cierta esta suerte de leyenda urbana de la literatura de habla hispana.

En aquella entrevista baylyana, la Kodama reveló que la autora de “Instantes” es realmente Nadine Stair, pero un completo estudio de Iván Almeida, además de estar amenamente escrito, ofrece una conclusión sobre un nombre adicional: Ron Herold. Según Almeida, “Instantes”, además de haber sido atribuido erróneamente a Borges, lo ha sido también respecto a la señora Stair.

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